Quizás lo hayan oído/leído en los medios de comunicación recientemente (por ejemplo aquí, o aquí): el Ministerio de Sanidad, en una demencial pirueta en el aire, prepara la aprobación de miles de homeochuches como medicamentos. Esta decisión se anuncia dos años después de que el informe técnico encargado por el propio Ministerio de Sanidad concluyese (como era de esperar sin necesidad de gastar tanta pasta) que el efecto de la homeopatía (y del resto de prácticas pseudomédicas denominadas complacientemente alternativas o complementarias) no era superior al efecto conseguido con un simple placebo, es decir, el beneficio obtenido por el mero hecho de pensar que uno pudiera estar recibiendo algo que le beneficie.
Digo que era de esperar porque cualquiera que se informe mínimamente y no posea una mente irracional y mágica descomunal no podría esperar que por el hecho de tomar agua o píldoras de sacarosa impregnadas en agua se iba a curar de ninguna enfermedad. Hace dos siglos, y en el contexto de una medicina que desconocía las más mínimas bases del funcionamiento del organismo y que trataba las enfermedades de una manera agresiva que causaba más daño que beneficio, tiene sentido que surgiese este pensamiento precientífico.
Así resulta hoy ingenuo pensar que se desarrollase todo un cuerpo de pensamiento alrededor de teorías demenciales como las que definen la homeopatía. Pensar que existen sustancias que producen efectos “similares” a los de algunas enfermedades y que por tanto, si los diluimos hasta que no quede nada nos curarán porque eliminarán esos síntomas, a estas alturas de siglo solo puede ser considerado una tontería o una tomadura de pelo. Prueben si no a tomar ultra diluidos: “excrementum canium” (caca de perro) para tratar diarreas, colitis o quitarse las ganas de comer chocolate (¿!); trozos de muro de Berlín contra la sensación de opresión; agua del océano Atlántico para los dolores de espalda (por aquello de la “dorsal” atlántica); agua iluminada con luz de Venus, humos de coche, canto de pájaro, luz de bombilla de bajo consumo … y suma y sigue en una demencial espiral de absurdos que le dejan a uno con los ojos como platos. De lectura muy recomendable si quieren ahondar más en la capacidad de desarrollar estupideces de este calibre son sitios como: queeslahomeopatia.com, El Fondo del Asunto, pseudociencias.com, etc.
Toda esta extravagante tendencia que juega con la salud (no olvidemos que la homeopatía ma-ta) ha llegado hasta nuestros días de la mano de empresas multinacionales productoras de estos preparados mágicos y de médicos chamanes que se enriquecen a base de fomentar y dar apariencia de seriedad a semejante patraña. No deja de resultar sorprendente que personas con formación médica y un código deontológico se presten a esta estafa. Únicamente se puede explicar este hecho por un afán económico falto total de escrúpulos -son estafadores- o por un importante fallo en su capacidad de razonamiento -son tontos. Además, en los últimos años, dado el avance de las pseudociencias y del pensamiento mágico en nuestra sociedad, asistimos a cierto florecimiento de este timo (como tantos otros a la luz del magufismo). Las multinacionales están deseosas de consolidar y aumentar su pastel y los que dirigen clínicas preparan los bolsillos.
Ante este panorama, es evidente que la decisión del Ministerio de Sanidad de regularizar una situación irregular que se prolongaba dos décadas (el tiempo que el Ministerio ha permitido que se vendan en farmacias sin estar registrados) a base de aceptar que se cuele cualquier cosa como medicamento, simplemente por colgarse la etiqueta de homeopático, es un pésimo chiste que no puede hacer reír más que a los que se frotan las manos ante las perspectivas económicas. ¿Lo siguiente? Que todos paguemos esta tontería, ya lo verán.
Son muchos los que no se resignan a que esto pueda ocurrir y son muchas las voces que se han alzado para denunciar semejante barbaridad. Una de las iniciativas que más apoyos están recabando es la campaña #NoSinEvidencia que pretende difundir un mensaje claro de oposición a esta medida y que defiende la aplicación de la evidencia científica en la práctica médica, algo tan sensato como incumplido por el Ministerio con esta medida.
A continuación reproducimos íntegramente el manifiesto #NoSinEvidencia para mostrar nuestra adhesión y apoyo al mismo.
La evidencia científica es uno de los pilares sobre los que se asienta la medicina moderna. Esto no siempre ha sido así: durante años, se aplicaron tratamientos médicos sin comprobar previamente su eficacia y seguridad. Algunos fueron efectivos, aunque muchos tuvieron resultados desastrosos.
Sin embargo, en la época en la que más conocimientos científicos se acumulan de la historia de la humanidad, existen todavía pseudo-ciencias que pretenden, sin demostrar ninguna efectividad ni seguridad, pasar por disciplinas cercanas a la medicina y llegar a los pacientes.
Los firmantes de este manifiesto, profesionales sanitarios y de otras ramas de la ciencia, periodistas y otros, somos conscientes de que nuestra responsabilidad, tanto legal como ética, consiste en aportar el mejor tratamiento posible a los pacientes y velar por su salud. Por ello, la aparición en los medios de comunicación de noticias sobre la apertura de un proceso de regulación y aprobación de medicamentos homeopáticos nos preocupa como sanitarios, científicos y ciudadanos, y creemos que debemos actuar al respecto. Las declaraciones de la directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) asegurando que “no todos los medicamentos homeopáticos tienen que demostrar su eficacia” y que “la seguridad no se tiene que demostrar con ensayos clínicos específicos” no hacen sino aumentar nuestra preocupación.
Por lo tanto, solicitamos:
- 1. Que no se apruebe ningún tratamiento que no haya demostrado, mediante ensayos clínicos reproducibles, unas condiciones de eficacia y seguridad al menos superiores a placebo. La regulación de unos supuestos medicamentos homeopáticos sin indicación terapéutica es una grave contradicción en sí misma y debe ser rechazada. Si no está indicado para nada ¿para qué hay que darlo?.
- 2. Que la AEMPS retire de la comercialización aquellos fármacos, de cualquier tipo, que pese a haber sido aprobados, no hayan demostrado una eficacia mayor que el placebo o que presenten unos efectos adversos desproporcionados.
- 3. Que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y el resto de autoridades sanitarias persigan a aquellas empresas que atribuyen cualidades curativas o beneficiosas para la salud a sus productos sin haberlo demostrado científicamente.
Que el Consejo General de Colegios de Médicos de España / Organización Médica Colegial, en cumplimiento del artículo 26 del Código de Deontología Médica, desapruebe a los facultativos que prescriban tratamientos sin evidencia científica demostrada.