El pasado 14 de Julio se hacía pública la concesión de los Premios Nacionales de Investigación, los de mayor prestigio a nivel nacional de cuantos se conceden. Dentro de la categoría de Investigación en Biología, que reciben el nombre de “Santiago Ramón y Cajal”, la investigadora María Antonia Blasco Marhuenda (página oficial del CNIO con su biografía), fue la galardonada con dicha distinción, por sus aportaciones al campo de los telómeros y la enzima telomerasa.
El texto de la notificación oficial del ministerio de ciencia (MICINN) dice así:
“María A. Blasco Marhuenda, por sus aportaciones pioneras a la biología de los telómeros, como sus trabajos con ratones transgénicos demostrando la importancia de la telomerasa, el descubrimiento del papel de las modificaciones epigenéticas y del RNA telomérico, así como el papel de los telómeros en la movilización de las células madre y en el envejecimiento celular.”
En entradas anteriores de este mismo blog ya comentamos ¿Qué son los Telómeros? y la relación entre Los telómeros y la senescencia celular (no estaría mal aprovechar la ocasión para repasar esas entradas si no lo has hecho ya). En ellas repasábamos, desde una perspectiva histórica, cómo se llegó al descubrimiento de los telómeros (del griego telos: final y meros: parte) como estructuras que protegen los extremos de los cromosomas, y cuál es su papel determinando el límite proliferativo de las células, en lo que se conoce como senescencia celular.
Comenzando con los estudios pioneros de Hermann Müller (premio Nobel en 1945) y de Barbara McClintock (también premio Nobel en 1983) describiendo por primera vez estas estructuras especializadas en los extremos de los cromosomas; pasando por el planteamiento del problema de la replicación terminal, el problema biológico que plantea el proceso de replicación al llegar al extremo de los cromosomas en cada ronda de duplicación de la información genética, planteado por James Watson y Alexei Olovnikov; y culminando en los trabajos definitivos realizados por los laboratorios de Liz Blackburn, Jack W. Szostak y Carol W. Greider, en los que se describieron los telómeros como hileras de secuencias de ADN repetidas a las que se asocian proteínas para formar una estructura que confiere estabilidad al cromosoma, y que ven su longitud acortada tras cada ronda de replicación si no son restaurados por la enzima telomerasa, un complejo de proteína y ARN molde del que copiar la secuencia a añadir a ellos; el campo de los telómeros y de la telomerasa ha demostrado su enorme importancia en campos tan relevantes (y relacionados) como el envejecimiento y el cáncer. Los descubrimientos de Blackburn, Szostak y Greider, les valieron recientemente el premio Nobel en medicina o fisiología.
María Antonia Blasco es alicantina y culminó sus estudios universitarios de biología en 1989 en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en donde se unió al laboratorio dirigido por la Dra Margarita Salas, una de las pioneras de la investigación en biología molecular de España, en el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CBMSO), centro mixto CSIC-UAM, para realizar su tesis doctoral trabajando con la ADN polimerasa del fago Phi29, grado que obtuvo en 1993. Posteriormente y hasta 1996, Maria Antonia se desplazó al laboratorio dirigido por Carol W. Greider (que acabamos de mencionar) en Cold Spring Harbor (CSHL), Nueva York, en donde entró en contacto con el mundo de los telómeros, realizando contribuciones fundamentales, como la generación de modelos animales deficientes en actividad telomerasa. A su vuelta a España en 1997, se establece en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB), en donde pasa a dirigir su propio grupo dentro del Departamento de Inmunología y Oncología, dirigido por aquel entonces por Carlos Martínez, casualmente otro de los galardonados este año con el Premio Nacional de Investigación en Medicina. Su investigación desde entonces ha girado siempre entorno al mundo de los telómeros y la enzima telomerasa, primero en su laboratorio del CNB y posteriormente, tras su mudanza en el 2003, en el laboratorio que dirige en la actualidad en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). En dicho centro es además directora del programa de investigación en Oncología Molecular y es una de los dos vicedirectores científicos del centro.
Sus contribuciones científicas desde el CNIO han sido numerosas y de gran impacto, destacando entre muchas otras, por ejemplo en los últimos cinco años:
– La demostración del papel de la telomerasa y de la longitud telomérica en la biología de las células madre adultas (Science. 2005; 309(5738):1253-6. PMID: 16037417).
– La transcripción de ARNs derivados de los telómeros con un papel importante en la biología de los mismos (Nat Cell Biol. 2008; 10(2):228-36. PMID: 18157120).
– La generación de un modelo de ratón triple transgénico, en el que la expresión de la telomerasa permite un considerable aumento de la longevidad (Cell. 2008; 135(4):609-22. PMID: 19013273).
– El papel de los telómeros y la regulación de su biología en el proceso de reprogramación celular a iPS (Cell Stem Cell. 2009; 4(2):141-54. PMID: 19200803; y Nature. 2009; 460(7259):1149-53. PMID: 19668189).
El trabajo desarrollado por María Blasco le ha valido numerosos e importantes reconocimientos, como son: el premio Echevarne en oncología (1999); el premio aniversario FEBS (2000); el Swiss Bridge Award de investigación del cáncer (2000); el de la SEBBM Beckman/Coulter (2002); el investigador joven de la EACR, el de la ELSO, y el de la revista Carcinogenesis; el “Universalia”; el Josef Steiner en investigación del cáncer (2004); la medalla de oro de la EMBO (2006); el “Carmen y Severo Ochoa” en biología molecular; el “Rey Jaime I” de investigación básica (2008); el Körber European Science Award; el “Alberto Sols” de ciencias de la salud, etc, etc, etc. Además, fue elegida miembro (o miembra) EMBO, Líder joven del foro mundial, de la Academia Europaea, forma parte del comité editorial de numerosas revistas científicas y en comités científicos y consejos consultivos de distintas instituciones.
A toda esta larga lista de premios y honores se une ahora este Nacional de Investigación “Santiago Ramón y Cajal” que se concede cada dos años y que ha premiado en anteriores convocatorias a científicos de la talla de Ginés Morata (2002), Jesús Ávila (2004), Joan Modolell (2006) y Carlos López-Otín (2008). Para algunos, María Blasco era ya, incluso, merecedora del Premio Nobel y fue una injusticia no habérselo otorgado junto a Elizabeth H. Blackburn, Jack W. Szostak y Carol W. Greider en el 2009. En nuestra opinión un grave error de juicio, confundiendo una exitosa trayectoria científica de indudable valor, con el premio a la originalidad y la visión pionera de los que abrieron con sus descubrimientos nuevos campos de investigación y permitieron el avance de la ciencia con pasos clave en el saber científico.
Actualización: Según aparecía ayer en el diario Público, y apuntando a fuentes del propio ministerio de ciencia, este premio había sido otorgado en primera estancia al director en funciones del CNIO, Mariano Barbacid, quien renunció a él «para no generar envidias». Tras su rechazo, el premio habría ido a parar a la investigadora María Blasco. Sorprendente noticia, además de fácilmente comprobable falsa, puesto que Mariano Barbacid ya fue premiado anteriormente con este premio en la convocatoria del año 1983, cuando los premios tenían otro nombre y existían menos categorías por especialidad.