La restricción calórica no “prolongará la vida” de la ciencia española


Alterando una frase originalmente atribuida a Joan Guinovart, es posible que la restricción calórica prolongue la vida de organismos modelo como el gusano Caenorhadditis elegans, la mosca Drosophila melanogaster, o el ratón Mus musculus; pero de lo que estamos seguros es de que la continua reducción de “calorías” (fondos públicos) al sistema científico español, no será precisamente beneficiosa para su ya maltrecho estado de salud.

A la reducción del 15% en el presupuesto del Ministerio de Ciencia e Innovación sufrida el año pasado, le sigue un recorte del 7,7% en los presupuestos para el 2011 presentados hoy por el Gobierno. Quizás la ministra Cristina Garmendia insistirá en que este recorte no afectará a la inversión pública en proyectos de investigación, o que el personal científico y las becas de investigación no se van a ver afectadas, pero pregunten ustedes a cualquiera que se dedique a esto si se nota el recorte de la inversión en ciencia.

Lo más grave es que partiendo del miserable estado en el que se encontraba la ciencia española, años de tímidas políticas de inversión estaban comenzando a surtir un pequeño efecto en el sistema nacional de I+D+i. Un par de años de recorte, sin embargo, son suficientes para devolvernos de un plumazo a las cavernas del subdesarrollo mundial.

Para saber más, comentario de Michele Catanzaro en The Great Beyond, la publicación online del grupo Nature que ofrece noticias de ciencia y política científica: http://blogs.nature.com/news/thegreatbeyond/2010/10/small_cuts_offer_little_relief.html

Hoy más que nunca, "La Ciencia Española No Necesita Tijeras"

¿Está la religión en contra de la investigación antienvejecimiento?


En un reciente artículo publicado en el periódico de los profesionales sanitarios, Diario Médico, teníamos ocasión de leer las reflexiones de Vicente Bellver acerca de los últimos avances de la investigación biomédica del envejecimiento, aprovechando su participación en el curso de verano que la Universidad Católica de Valencia celebró este mes de Agosto en Santander, con la ponencia titulada “Aspectos éticos en la lucha contra el envejecimiento”.

Vicente Bellver es profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y director general de Política Científica de la Generalitat Valenciana. Esto último refuerza la relevancia de sus opiniones en lo relativo a la investigación biomédica del envejecimiento, puesto que hablamos de un cargo público con poder para guiar el sentido y la dirección de la investigación científica en una comunidad autónoma del peso científico de la Comunidad Valenciana.

Foto de Vicente Bellver tomada de diariomedico.com

En el artículo, Bellver expresa su preocupación ante las investigaciones destinadas a descubrir las bases moleculares del envejecimiento y el potencial uso derivado de ellas, en búsqueda de estrategias e intervenciones para alargar la vida. Una de sus conclusiones es que “deberíamos imponernos la prohibición moral de extender la vida más allá de nuestro límite biológico”. Curioso concepto el de imponernos prohibiciones morales, puesto que cabría preguntarse la moral de quién o de qué ideología es la que debemos “imponernos”. Y curioso también plantear no extender la vida más allá de un supuesto “límite biológico”. ¿Quién define cuál es el límite biológico de la especie humana? ¿Qué límite biológico deberíamos usar, el de una persona de principios del siglo XX? Si analizamos las curvas de supervivencia humana y los datos derivados de expectativa de vida a lo largo del último siglo, observaremos un hecho apabullante: ¡hemos duplicado nuestra expectativa de vida! Vivimos ahora el doble que nuestros antepasados gracias a la mejora en las condiciones higiénicas y de alimentación, por un lado, y gracias de los avances de la medicina, por otro.

Aumento de la expectativa de vida a lo largo de los años

Asegura además que “pensar que podemos aspirar a ser inmortales es el inicio de la pérdida de la identidad humana, que se fundamenta en la idea de la muerte”. Sin embargo, si atendemos a la historia de la humanidad, yo diría que si algo distingue la identidad humana es precisamente su afán de superación de todos los límites, su inconformismo y rebeldía. Este espíritu nos ha llevado siempre a la búsqueda utópica de la Fuente de la Eterna Juventud como ideal máximo de victoria sobre la muerte. En contraposición, la aceptación sumisa de la muerte sólo se da en los individuos con convicciones religiosas, convencidos de la existencia de una vida espiritual infinita más allá de la muerte, exenta de los rigores de la enfermedad y del dolor, en definitiva, de la inmortalidad.

Más revelador resulta a continuación cuando propone que “es una ingenuidad empeñarse en negar tanto el dolor como la muerte”. No creo que la biomedicina esté intentando negar el dolor; creo que es una necesidad, y un deber, buscar métodos que permitan paliar el dolor y el sufrimiento de todas las personas. Cuando hablamos de envejecimiento y búsqueda de métodos que lo retrasen, estamos hablando fundamentalmente de proponer intervenciones que nos permitan evitar desarrollar enfermedades asociadas al envejecimiento que son las que causan sufrimiento de manera innecesaria, salvo que los gustos personales o las convicciones religiosas le lleven a uno a buscar el goce en el dolor; pero eso tiene un nombre, masoquismo.

Paciente de Hutchinson-Gilford

Existen además toda una serie de enfermedades de base genética denominadas de manera general progerias (como el síndrome de Werner, el de Hutchinson-Gilford, la dyskeratosis congénita, etc.) caracterizadas por un envejecimiento prematuro o acelerado, de consecuencias dramáticas. Los avances experimentales sobre las bases moleculares del envejecimiento que nos aporten potenciales vías de actuación antienvejecimiento, podrían traducirse en métodos efectivos de tratamiento para estas personas, con el consiguiente beneficio derivado para su salud.

Quizás resulte ilustrativo de la forma de pensar de Vicente Bellver atender a las opiniones formuladas por él mismo con anterioridad (y accesibles en la red) acerca de otros temas médicos o científicos, criticando la investigación con células madre embrionarias, rechazando el uso de la píldora postcoital, oponiéndose a la eutanasia, o en contra de la bioética laica. Sin duda toda una línea de pensamiento influida por una evidente ideología religiosa.

No vamos a negar la necesidad de un debate ético que derive en una correcta regulación y legislación de ésta y de cualquier investigación científica o procedimiento médico. Pero siempre es necesario hacerlo desde un enfoque que se desprenda de creencias religiosas personales (un punto de vista laico), por el bien de toda la sociedad, o estaremos retrocediendo a épocas inquisitoriales.

La investigación biomédica del envejecimiento busca entender las bases moleculares de un proceso que desemboca en patologías claras y definidas, que causan sufrimiento a la mayoría de la población. Los últimos avances científicos nos permiten afirmar que cumplir años no tiene por qué estar indisolublemente asociado a ese dolor derivado de las enfermedades asociadas al envejecimiento. Por lo tanto, es obligado profundizar en esos mecanismos y encontrar soluciones que nos permitan gozar de buena salud, también en los últimos años de nuestra vida.

Addendum: Para ahondar en la investigación en síndromes de progeria y su relación con el envejecimiento fisiológico del organismo, recomendamos la lectura del reciente artículo de revisión de Christopher Burtnet y Brian Kennedy:

Burtner CR, & Kennedy BK (2010). Progeria syndromes and ageing: what is the connection? Nature reviews. Molecular cell biology, 11 (8), 567-78 PMID: 20651707