El zoo de Matusalén (II): Algunos miembros destacados


En la primera parte de esta entrada planteamos la pertinencia de emplear una aproximación basada en la biología comparada, para aprender sobre el envejecimiento a partir de la observación de otras especies animales y, en concreto, de los mamíferos. Decíamos que podíamos establecer un coeficiente de longevidad, o LQ,  una función lineal entre longevidad y tamaño corporal. En la comparación “humanos versus resto de mamíferos” observamos cómo existen 19 especies animales que viven relativamente más tiempo que los humanos, de acuerdo a sus LQs respectivos. De estas 19 especies, 18 son murciélagos y 1 es un roedor, la rata-topo lampiña, o desnuda (Heterocephalus glaber), con un impresionante LQ de 5,3.

La rata-topo desnuda

Pero, ¿qué demonios es una rata-topo lampiña o desnuda? Se trata de un roedor subterráneo, social, y del tamaño de un ratón que vive en zonas áridas del África oriental ecuatorial. Viven en complejos sistemas de túneles subterráneos, aislados del mundo exterior y en colonias que van desde unas pocas docenas hasta varios cientos de individuos. Se encuentran por tanto a salvo de depredadores y en un ambiente climatológicamente estable, alimentándose de raíces y demás órganos subterráneos de reserva de las plantas. Llama la atención su organización eusocial, más conocida en hormigas, termitas o abejas, en la que varias generaciones conviven dentro de una colonia en la que sólo una o unas pocas hembras son reproductoras y el resto son funcionalmente estériles y se dedican al cuidado de la colonia y de la hembra reproductora y su progenie.

A finales de los años ´80 y principios de los ´90 del siglo pasado, se empezó a extender la idea en círculos especializados de que estos animales eran capaces de vivir periodos de vida excepcionalmente largos. En un principio, dada su organización social, se asumió que esto sería así únicamente para el caso de la “hembra reina”, como ocurre con insectos eusociales. Y quizás sea así en la naturaleza, pero desde luego no en el laboratorio, en donde se ha podido establecer que tanto reproductoras, como no reproductoras, son capaces de alcanzar los veintimuchos años, lo que supone unas 10 veces más que ratones de un tamaño aproximado. Esta longevidad extrema no es un hecho excepcional entre algunas rata-topo desnudas, si no que la mayoría de los animales son capaces de alcanzar esas edades. Otro hecho excepcional es que estos animales, como animales sociales que son, se mantienen en grupos grandes y densos no protegidos de patógenos en el laboratorio y esto no parece suponer un problema o incidir negativamente en su supervivencia. Más aún, la tasa de mortalidad no parece aumentar con la edad, un hecho prácticamente universal en el resto del reino animal. Tampoco parece decaer la tasa de fecundidad, antes al contrario, las hembras de mayor edad producen camadas aún mayores, de hasta 29 crías.

Otro hecho sorprendente y que ha sido objeto de estudio, es que tras examinar las necropsias de animales muertos por accidentes o de causas naturales de varias colonias, nunca se ha podido encontrar ni un solo caso de cáncer entre estos animales. Esta observación ha llevado a varios laboratorios a examinar más en detalle las características de las células derivadas de rata-topo desnuda en cultivo celular en el laboratorio y a tratar de exponerlas a estímulos oncogénicos para estudiar su respuesta. Cuando se analizó la susceptibilidad de células derivadas de estos animales a la transformación neoplásica con oncogenes definidos en cultivo se observó que, efectivamente, sus células son más resistentes.

Más aún, todas las células normales (quiero decir, no transformadas) presentan un mecanismo conocido como inhibición por contacto. Básicamente, si intentamos crecer células en una placa de plástico en el laboratorio, las células se dividirán y extenderán por toda la plaza hasta que se encuentren en contacto próximo unas con otras, momento en el cual se dispara un mecanismo protector que para la división celular. Esta protección constituye una barrera frente al desarrollo del cáncer. A fin de cuentas, la característica más definitoria de una célula cancerosa es la de su proliferación descontrolada que supera todas las barreras de control celular. Para todas las células de mamífero estudiadas, este propiedad de inhibición por contacto reside en la inducción de la expresión de un regulador de la proliferación conocido como p27. En el caso de las células derivadas de la rata-topo desnuda, su barrera antiproliferativa es más potente y está basada en un mecanismo doble, primero inducen p16 (una proteína fundamental en la defensa antitumoral) y después p27. Si este hecho es fundamental y la base de su resistencia al cáncer está aún por determinar con claridad.

Los murciélagos

Ya adelantábamos en la explicación del coeficiente de longevidad, LQ, que existe todo un grupo de mamíferos que destaca por no seguir la función lineal de longevidad frente a tamaño. Estamos hablando de los murciélagos. De entre ellos, los del género Myotis, de los cuales existen 87 especies repartidos a lo largo y ancho del planeta a excepción de los polos y las regiones subpolares, son especialmente longevos (aunque una prolongada longevidad no es exclusiva de este género). De las 22 especies de Myotis que han sido objeto de campañas de anillamiento durante un periodo de tiempo suficientemente prolongado, 10 especies viven al menos hasta los 20 años, 2 especies alcanzan los 30 años y 1, el murciélago de Brandt o Myotis brandtii, sobrevive al menos hasta los 41 años. El LQ del murciélago de Brandt es de 9,8, el más alto de entre todos los mamíferos.

Conviene destacar que los datos sobre longevidad de los murciélagos son un hallazgo, digamos, accidental, puesto que el objetivo de las campañas de anillamiento no era documentar su longevidad. Por tanto podríamos estar aún en una subestimación de la longevidad real que son capaces de alcanzar. Por otra parte, los datos relativos a los murciélagos provienen de individuos en su entorno natural, expuestos a depredadores e infecciones, necesitados de obtener alimentación por sus propios medios, activos voladores; en contraposición a los datos para la mayoría del resto de especies de mamíferos que fueron obtenidos en individuos mantenidos en laboratorio en condiciones óptimas, libres de depredadores, en ambientes estériles y sin limitación en su alimentación.

Una salvedad que necesitamos hacer es que la inmensa mayoría de los individuos de longevidad excepcional, al menos para los grupos más longevos de murciélagos, son machos. Se desconoce el motivo detrás de esta observación, que bien pudiera ser debida a que los machos sean más fieles a la cueva en la que vive el grupo, o quizás represente una diferencia real de longevidad entre machos y hembras. No en vano, las demandas energéticas de una hembra murciélago lactante son muy considerables, llegando a necesitar ingerir alimentos que sobrepasan la mitad de su peso corporal cada día.

La prolongada longevidad de los murciélagos fue vista durante mucho tiempo como una consecuencia trivial del hecho de que durmiesen de día y/o hibernasen durante la época fría del año. Se asumía que si corrigiésemos por estos periodos de limitada actividad y menor metabolismo, los murciélagos no tendrían una longevidad superior a la del resto de mamíferos. Sin embargo, los murciélagos de zonas tropicales que no hibernan siguen mostrando una longevidad excepcional y de hecho, un estudio detallado de la longevidad de murciélagos hibernantes y no hibernantes demostró que como mucho, la hibernación podría suponer unos 6 años extra a añadir al periodo de vida de estos animales. Si se los descontásemos, seguiríamos estando ante los mamíferos más longevos.

Una vez repasados algunos de los ejemplos de mamíferos más longevos de la naturaleza, ¿qué podemos aprender de estos miembros destacados del zoo de Matusalén? Analicemos pues los mecanismos e hipótesis sobre el envejecimiento que se han planteado hasta la fecha, en estos animales excepcionalmente longevos. Pero de nuevo, permítanme que lo haga en una próxima entrada, no quisiera aburrirles.